jueves, 22 de agosto de 2013

No sé qué título podría tener una cosa tan absurda como esta

Mi vida fue así...
Nací.
Lloré por primera vez.
Descubrí primer mundo en un libro.
Aprendí a escribir.
Aprendí a soñar despierta.
Me di cuenta de que mi mundo imaginario era mucho mejor que el real.
Hice las maletas y me mudé a mi propio mundo.
Me encerré en la burbuja y me quedé ahí.
Fui feliz.
Alguien comenzó a golpear la burbuja desde afuera.
Lo ignoré.
Ya no era tan feliz.
Comenzaron a golpear más fuerte.
Decidí asomarme por la ventana.
No pude reconocer el rostro.
Me asomé más afuera.
La burbuja se reventó.
Y aquí estoy, cuando debería estar estudiando, produciendo, o haciendo cualquier otra cosa, escribo porque no sé hacer algo más; porque es la única forma de quitarme este peso de encima... porque la burbuja ya está reventada... y nunca he sabido de alguien que haya logrado reconstruir una burbuja, ni siquiera con el dinero que destina el gobierno a los damnificados... yo también debo ser un damnificado, porque se ha desmoronado el mundo de mi interior...

Atte: La chica de los zapatitos rojos.





lunes, 19 de agosto de 2013

Donde sienten las cajas

Cuando crezca viviré en una caja de cartón. Me protegerá de las pesadas lluvias invernales, a cambio de que yo la proteja de los vientos; me otorgará sombra en los días soleados, sólo si yo pinto flores y follaje en sus caras de cuadrado; me prestará cama cada noche; en condición de que le permita ver las estrellas brillar en el cielo; intentará aislarme de cualquier enfermedad de la noche y el invierno, sólo si yo arreglo las heridas que le provoque el protegerme. Y recorreremos el mundo, volaremos a las estrellas como en naves espaciales, cortaremos flores, reiremos fuerte, cantaremos canciones en inglés, nos sentiremos libres y viviremos nuestro  mundo donde el hombre es bueno y la caja ama. Juntas seremos compañeras, una cuida a la otra; una se alimenta de la otra, hasta que llegue el día en que ya  no podamos protegernos, ya no podamos imaginar el mundo nuestro, y ese día una de nosotras se habrá ido; se habrá escapado para siempre de la realidad. Y creo que esa seré yo, porque ella es fuerte y, a pesar del daño, nunca cambia; yo seré a la que rapte la locura, como un águila que carga la presa a su cría, en este caso la cría es la muerte. Y allí me esperará la caja, sola, triste. Y recordará todas las hazañas que vivimos. Y llorará su último suspiro para volver a ser... caja.

Atte: La chica de los zapatitos rojos.