lunes, 19 de agosto de 2013

Donde sienten las cajas

Cuando crezca viviré en una caja de cartón. Me protegerá de las pesadas lluvias invernales, a cambio de que yo la proteja de los vientos; me otorgará sombra en los días soleados, sólo si yo pinto flores y follaje en sus caras de cuadrado; me prestará cama cada noche; en condición de que le permita ver las estrellas brillar en el cielo; intentará aislarme de cualquier enfermedad de la noche y el invierno, sólo si yo arreglo las heridas que le provoque el protegerme. Y recorreremos el mundo, volaremos a las estrellas como en naves espaciales, cortaremos flores, reiremos fuerte, cantaremos canciones en inglés, nos sentiremos libres y viviremos nuestro  mundo donde el hombre es bueno y la caja ama. Juntas seremos compañeras, una cuida a la otra; una se alimenta de la otra, hasta que llegue el día en que ya  no podamos protegernos, ya no podamos imaginar el mundo nuestro, y ese día una de nosotras se habrá ido; se habrá escapado para siempre de la realidad. Y creo que esa seré yo, porque ella es fuerte y, a pesar del daño, nunca cambia; yo seré a la que rapte la locura, como un águila que carga la presa a su cría, en este caso la cría es la muerte. Y allí me esperará la caja, sola, triste. Y recordará todas las hazañas que vivimos. Y llorará su último suspiro para volver a ser... caja.

Atte: La chica de los zapatitos rojos.



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