sábado, 20 de julio de 2013

No soy cruel porque no me dejan ser vegetariana

Algunos dicen que comer carne es malo porque los animales son como nosotros y hay que cuidarlos y protegerlos. Pero el otro día vi en una muralla una serie de frases sobre que al consumir carne uno es, prácticamente, una persona cruel y despreciable que no sabe de libertad o cosas así; y pensé... ¿Por qué nosotros somos malos al comer carne, si los animales lo hacen, cazan como nosotros y nadie cuestiona pues es una necesidad? Y, por lo que me enseñaron en el colegio nosotros, los seres humanos también somos animales y, al ser animales omniboros, es decir, que comen de todo, debería considerarse como una necesidad también el consumir carne. Dirán: "Pero es diferente, el hombre tiene la capacidad de razonar y puede reemplazar los nutrientes que adquiere de la carne con otros alimentos que pueden, además, hacer su dieta más saludable". Y yo apoyaré. Pero el problema de la caza de animales no está en el consumo de carnes, porque es necesario, sino en la caza para confeccionar cosas con sus pieles. Me duele el estómago al pensar en cuantas chinchillas mueren para que una mujer tenga un abrigo de piel, y lo peor es que no es una mujer, sino cientos de personas que prefieren las pieles. Pero volviendo a lo de las carnes, puedo decir, por experiencia propia, que también tenemos esa necesidad que resalta nuestro lado animal, ya que para algunos puede parecer muy difícil dejar de comer ese tipo de alimentos cuando ya nos obligaron a consumirlos en la infancia y cada vez que tienes una plato de comida en frente se te viene la imagen de tu mamá (o quién sea) diciendo que si no te la comes no vas a crecer y te quedarás pequeño y escuálido por siempre; o cuando miras el trozo de carne y piensas en el animal al que correspondió esa pieza  pastando feliz en alguna parte, y el recuerdo de tu mamá (o quién sea) diciendo que no puede ser vegetariano hasta cumplir los dieciocho y poder mandarte solo te llega como una bofetada (tal vez ese sea un trauma personal), ahí sólo queda una opción: comerlo sin quejas.
Ese fue un artículo raro y contradictorio, pero sólo lo pensé y lo escribí...

Atte. La chica de los zapatitos rojos...

PD: Esta es mi opinión y no vale la pena perder el tiempo insultando. Sí sé que tengo la mente como un montón de lana enredado, no vale la pena recordarlo. Deja tu comentario.

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